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De percebes y otras penitencias

De percebes y otras penitencias.

Eusebio, nuestro veterano amigo kirguís. Oriundo de nuestra tierra gallega pero asentado en las islas mediterráneas de la comunidad balear. Ha venido a dar una vuelta.

Es Eusebio un tipo tranquilo, de normalidad inquieta. Ese tipo de personas que deben, de cuando en vez, evadirse dejando las tierras conocidas a varias millas por la popa. Viajero incansable y amante de las viejas motos huérfanas de electrónica. Gusta de recorrer el mundo cuando puede. El «cuando puede» exige dos premisas fundamentales, a saber: Que Marisa, su sargento, lo encuentre adecuado en fechas y ruta. Y que los días libres derivados de su especial condición laboral de detenedor de delincuentes y garante del orden público encajen en sus proyectos.

Los dineros para el gasto del infame vicio también se tienen en cuenta, pero solo se les mira de reojo, con cierto desprecio.

El caso es que se cumplió la primera premisa y Eusebio gozaba de la segunda, de modo que se vino hasta Galicia a bordo de una nivea BMW guardia civilera, flamante y nueva. De esas que la marca bávara parece regalar a diestro y siniestro, pero en color blanco, a falta de esos vinilos verdes fosforito capaces de otorgar a la máquina una imagen más benemérita.

Estos viajes peninsulares de Eusebio tienen el objetivo de recorrer millas, probar su nueva moto y gozar del camino. Pero tienen el sobrecosto de que Marisa, dueña y señora de sus entretelas, se sumará a la ruta en algún momento del camino.

Y esta vez el momento fue en Santiago, la capital del terruño patrio.

Como es costumbre ancestral en las andanzas peninsulares de nuestro amigo, la ocasión vino acompañada de una de las primeras borrascas invernales. La lluvia y viento los acompañaron a Eusebio y a Marisa desde la capital gallega hasta las costas llamadas de la muerte, cerca de Laxe y su comarca.

El plan pergeñado era recogerse allí un miércoles por la noche. Nosotros, Eva y el que esto suscribe, nos acercaríamos hasta Laxe para acompañarlos en el Zurich en el ancestral ritual de comunión marinera con percebes, camarones y demás bichos marinos de aspecto infame pero sabor intenso. Y acto seguido, una vez lindamente comulgados, retirarse a sagrado en nuestra casa de Poio.

Y así hicimos.

El Zurich ya no está regentado por Ana, que se ha jubilado, y debo decir que se nota, sutilmente, la ausencia de su férrea mano. Pero el producto es bueno, de calidad superlativa, y los caldos gallegos escogidos para la ocasión llevaban el nombre del padre escrito en la etiqueta.

Así que nada que objetar al «respective».

La jornada de vuelta, esquivando chaparrones y vientos marinos, nos acercó a Galifornia sin incidencias reseñables. Bueno… sí, la moto de Eusebio aún está en rodaje y eso enlentece su andar, ya de natural torpe y cansino tan propio de la marca teutona. Está habituada nuestra humilde morada a acoger viajeros penitentes, si por ventura son merecedores de nuestro crédito y atención. Y Eusebio, con su sargento, lo son en grado sumo. Un digestivo, un buen habano deleitado con el debido apoyo en la baranda del balcón, mas una buena charla y dos avemarías nos prepararon cumplidamente para la pernocta.

La siguiente fase del plan era acompañarlos en una parte de su vuelta a las islas. Camino de Denia, donde un transporte marino los llevaría a su isla, conocida en el mundo antiguo por Meloussa y que, como todo el mundo conoce, forma parte de las Gimnesias.

Nosotros no teníamos ni remotamente pensado acercarnos hasta tan lejos. Los apreciamos, sí, pero no con tal desmesura. Así que buscamos un alojamiento adecuado y humilde en Sanabria, en la zona del Tera, en su parador.

Tras alojarnos y vestirnos de civil, nos subimos a la cima del pueblo, nos bebimos varias botellas de vino de Toro a la vieja usanza y brindamos por la vida antes de sentarnos en una fonda a cenar cumplidamente.

Es de rigor comentar que a tal fonda llegamos ya un poco cargados de delantero, pero es que no nos dejaron ingresar antes al local y hubo que aliviar la espera por tascas previas.

Fue una buena cena. Que sirvió como entreacto antes de la despedida del día siguiente: ellos a pernoctar al sur de la capital de las Españas. Nosotros con rumbo al reino asturiano.

Lo de huir hacia el norte tenía varios objetivos muy atractivos. Ver al primo Matías, que cumplía 50 y se acercaba a Gijón a negociar una especie de tabla rara de salvamento por la que pagó no menos de dos mil y cientos maravedíes. También parlar con Josín, que siempre es cumplido y feliz motivo. Y por último saludar a Lorenzo y Montse, asturianos de adopción.

Ninguno de estos se cumplió como se debía: Matías se movía con la llama en el culo, deseando volver a Bueu, con el miedo en el cuerpo por la tabla nueva, que le llenaba de temores a ladrones y otros habituales de la carda. No pudimos comer con él.

Josín estaba ausente. Desde su jubilosa jubilación su agenda social no ha parado de medrar. En esta ocasión se fue de cumpleaños.

Y Lorenzo, siempre en compañía de Montse, casi se enfadó con nosotros por la falta de advertencia previa de nuestra llegada. ¡Pero es que fue todo fruto de improvisación no meditada!

Pero como siempre, experto en estas lindes, Lorenzo acaba organizando todo de buen modo. Se acercó desde Salamir a Gijón, reservó casa de comida adecuada donde yantar de forma poco comedida, como se estila en estas tierras, ricas en excesos y parcas en delicadezas gastronómicas, siendo el cachopo su máxima exquisitez. No contento con ello nos convidó al frugal desayuno del día siguiente en su morada asturiana, donde nos recibió el domingo con su elegante presencia de pantuflas y bata. Como un señor.

Y ya desde allí, por rutas preñadas de curvas recatadas, escondidas y aterciopeladas, por un asfalto frío y húmedo apto para gozar de él, nos acercamos a casa, el domingo de nuestro señor del 26 de octubre, festividad de San Evaristo, Papa y mártir, del año de dos mil veinticinco. 

4 Comments

  • Eusebio
    Posted 4 de noviembre de 2025 at 09:16

    24 mozaaaassss. Baco zozobras quita. Un placer como siempre. Estas desconexiones aleatorias son necesarias para equilibrar los chakras.

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    • Post Author
      Pako G.
      Posted 4 de noviembre de 2025 at 22:00

      Veinticuatro mozas iban a una boda, iban veinticinco, porque iba la novia

      Responder
      • Admin
        Posted 5 de noviembre de 2025 at 13:25

        Eclipsaste a Pavarotti en la taberna.

        Responder
        • Post Author
          Pako G.
          Posted 5 de noviembre de 2025 at 13:57

          Un aficionado el tal Pavo ese.

          Responder

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