Salimos de viaje, de nuevo a vivir errantes.
Lo comentamos con los amigos y todos dicen lo mismo. Dicen que es un viaje sin garantías. Pero es mentira. Tiene la garantía de ser memorable.
Decía Leonardo Da Vinci, «Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al Cielo, porque ya has estado allí y allí siempre desearás volver.”
Lo mismo nos pasa a los que hemos sido contaminados por el virus de los viajes de larga distancia. Por los viajeros en moto, o en bicicleta, o en monopatín. Da igual. Siempre querrás ver que se esconde detrás del horizonte, a los pies del arco iris. Descubrir que existe en ese lugar al que nunca llegas. Viajamos para no llegar nunca.
Si lo has probado, querido amigo, reconócelo. Siempre querrás mirar detrás del telón. Mas allá de los lindes de tu entorno.
Casi ha pasado un año desde la vuelta de Kirguistán y debemos volver. Hace 11 meses dejamos una moto en Biskhek, esperando por nosotros. Y ya toca rescatarla y salir de nuevo a explorar ese lejano este del mundo. Este año nos acompaña Daniel, que siguiendo las directrices del último cónclave, ha conseguido mandar una moto a Kirguistán.
Y este año es más especial, salimos sin billete de vuelta.
El salir sin billete de vuelta es un salto al vacío, es quitar un anclaje a la red de protección del equilibrista. Ya no tenemos la pastilla azul asegurada. Volveremos, si, pero aún no sabemos desde donde. Ni como.
La idea es salir de Kirguistán hacia el norte, cruzar Kazajistán, entrar, otra vez en Rusia, y siguiendo ruta este, atravesar la famosa cordillera del Altair. Y entrar en Mongolia, abandonando el espacio euroasiático.
Allí jugaremos con el mapa para coserlo sin una ruta fija. En algún momento llegaremos a Ulán Bator y desde allí volver a Rusia. No por Rusia, sino por el lago Baikal. No sé qué tiene ese lago, pero es como un hito del camino, un punto necesario, un marcador. Esta ahí, en el mapa con esa forma de guindilla que tiene, en el medio de Siberia y tienes que verlo. Es el lago más antiguo, y el más profundo, y el más enigmático del mundo. ¡Has leído tanto sobre el!.
Decir lago Baikal es hablar de lugares recónditos y especiales, es decir Siberia. Es mentar al bicho. Sin duda alguna es uno de esos lugares que se esconden detrás del horizonte. Venir a esta parte del mundo y no recorrer las orillas del Baikal debería ser pecado. Y nosotros no somos esa clase de pecadores.
Pero no queremos quedarnos en Rusia, la idea es volver a Mongolia, para dejar la moto allí un año mas. Y si sobra tiempo, comprar un billete del transmongoliano para llegar a Beijing. Si entrar en China con tu propia moto es casi un imposible, hacerlo en el tren parece fácil, y es algo entre romántico y bucólico. Y así, haciendo trampas al solitario, completamos la ruta de la seda.
Esa es la idea. El plan que no es plan.
El viaje no esta definido esta vez, solo es un concepto de ruta que incluye el Baikal y Mongolia como etapas principales.
¿Volver? Si desde luego. Esa es la intención, pero todavía no sabemos desde donde. ¿Desde Ulán Bator?, ¿desde Beijing?, ¿desde Pyongyang?. No lo sabemos aún.
Sabremos que hemos llegado cuando estemos perdidos.
Os avisaremos.
1 Comments
Bergu
Os seguiré con atención
Abrazo fuerte!!