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Pues seguimos tirados en Bishkek, alojados en el Orion, 5 estrellas superior y un cometa.

La  cosa es  que la  fucking moto de Dani no ha llegado, acumula retraso tras retraso, y aunque aquí se está bien, notamos que el personal ya nos mira mal, como con cierto hartazgo. Hay un segurata que cuando nos ve, se marcha. Y una chica de recepción que siempre tiene una llamada que atender  cuando nos acercamos al mostrador. Y eso que somos amables, no decimos tacos, ni hacemos gestos  extraños. Hasta hemos lavado alguna ropa en la lavandería!.

Y todavía tenemos ducha. 

Creo que no les gusta que entremos al parking con la moto por la puerta de peatones, ¡pero es que la otra esta cerrada!

El que sí nos sonríe, con actitud sincera, es el botones. Es un botones de esos disfrazados con casaca y chistera, que recibió con placer su propina de 1000 cachimbas al llegar.

Bueno. El caso es que la moto de Dani, según parece, es posible que, quizás pueda ser que, por fin,  mañana llegue, por la tarde. O no. Y mañana es sábado. Y pasado domingo.

Así que hemos tomado una decisión estratégica. Eva y yo nos vamos a Uzbekistán, a desimportar la moto, para volver a tener un año de estancia en territorio eurasiático. Nos queda poco mas de 10 días para que caduque el permiso que tenemos ahora, y con 10 días de margen es arriesgarse demasiado  para ir hasta Mongolia, la otra frontera que te saca de este especial espacio aduanero. Si nos pasa algo por Rusia, no llegamos. Y entonces, game over. Ademas, queremos entretenernos por Altaïr, (hay por allí unas cuevas irresistibles).

 Mejor asegurar el tiro. 

Para conseguir el permiso de importación temporal de la moto, es preciso salir de  Kirguistán, Rusia Y Kazajistán, los tres países que conformen el famoso espacio Eurasiático. Eso nos obliga a retroceder hacia Uzbekistán, y volver a importar de nuevo la moto. Un coñazo incómodo y no deseado.

 La moto esta preparada, aunque una raja en el neumático  trasero  no me gusta demasiado. A ver cómo se comporta.

Hemos revisado presiones, engrasado cadena  y mirado con ojitos tiernos la moto. Para adivinar cómo se siente. 

Total que mañana arrancamos hacia atrás, dejamos aquí a Dani para que siga haciendo sus cositas de papeles moteros importadores, con la ayuda de Ainura y de Jordi, y la lejana supervisión de de Ricard.

 Si todo va bien nos encontraremos de nuevo con Dani en unos días, por Kazajistán. En algún lugar camino de la frontera rusa.

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