Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Rusquis Perris, La hija de la Moyale y un contacto kazajo

 

El oficial ruso nos sonríe al llegar, después de haber dejado atrás la frontera de Georgia. Llegamos contentos después de disfrutar de la estimulante carretera militar georgiana.

La frontera está en obras, y es un caos, pero el poli ruso parece simpático, nos sonríe: «Espania, Barcelona, Madrid». Pero todo es una trampa, solo pretenden engatusarnos y que bajemos la guardia. El de la garita no nos sella el pasaporte, lo remira adelante y atrás, pero no estampa el fucking sello. «¡WAIT!», dice, molesto por usar el idioma del imperio. Y wait que hacemos.

Nos acompañan a un cuarto al que le falta poco para que sea oscuro, nuestra moto queda en una esquina, con nuestro teléfono, dinero y demás bagaje allí expuestos. En el cuarto somos unas seis personas, hay un catre plegado que nos indica a voz en grito que esto puede ser largo. Pasan horas, me llaman. Me interrogan sobre todo, vuelvo al cuarto. Esperamos. Al cabo alguien grita desde fuera: «¿España?». Y España somos nosotros, nos liberan, nos devuelven a la cabina del funcionario estampador. Pregunta: «¿OK?». Respondo: «OK». Estampa su sello.

Ahora queda importar la moto, nosotros ya pasamos, ella no. Pero en el ínterin se ha formado un caos monumental y conseguir completar todos los papeles y que nos los tramiten pasa otra eternidad. Total, imposible llegar a Elistá ese día. La ruta aconseja dar un rodeo hacia el oeste, hasta Stavropol (gracias Eusebio). Y luego subir a Elistá y volver al este. Esto se hace para evitar territorio checheno (le prometí al ruso interrogador que iríamos por Elistá) y evitar carreteras cortadas por la arena que son engañosamente más cortas.

Antes de salir contraté en mi banco una tarjeta visa que funcionase en todo el mundo, con especial mención a Rusia, fui y dije: «Necesito una tarjeta bancaria que funcione en Rusia, y que no me cobre comisiones si es posible, pero Rusia tiene que funcionar», eso es lo que dije, e insistí en Rusia. Respuesta: «¡Siiiin problema!», me dicen. «Mira que Rusia, guerra, bloqueo, blablablá…». «¡Naaada, esta es VISA internacional y funciona sin duda alguna!». «Pero es que el bloqueo…». «¡NOOO te preocupes, confía en mí!». Y confié. Pues la puta tarjeta no funciona en Rusia. Ni esa ni ninguna. ¡Si es que era visto, coño!

Toca cambiar euros en un banco ruso.

El retraso y el estrés de estar semiincomunicados en este vasto país y sin recursos financieros para una crisis sorpresiva, nos hace huir de Rusia a toda pastilla. Desde Stavropol hasta salir de Rusia hacia Kazajistán, pasando por Astracán de una tacada.

Lo de vasto no es una metáfora. Sus estepas son enormes, con rectas infinitas, con campos de trigo que sobrepasan el horizonte.

Y aparecen los primeros camellos, y las primeras caras redondas, y bordeamos Astracán, y cruzamos el Volga sobre un puente flotante de pontones militares. Y llegamos a la frontera.

¡Adiós Rusia! ¡Hola kazajos guapos!

Agotados nos quedamos en un hotel de camioneros cerca de la frontera donde primero me dan un precio y al pagar es otro (ya empezamos).

Nos preparamos mentalmente para la tortura de la carretera hacia Atyrau. ¿Oísteis hablar de la Moyale road? ¿Esa mítica carretera que ha torturado a viajeros intrépidos de toda especie? (Hola Alicia, Hola Fabi). Sí, esa que une Kenia con Etiopía y que ahora está correctamente asfaltada por los chinos.

 

Pues ha dejado una hija aventajada aquí. Es una paliza, una tortura para viajeros y moto, son 300 km a 30 por hora de media. Tiene de todo: piedra suelta, asfalto roto con bordes cortantes («conserva la mecánica, un llantazo nos deja tirados», dice mi pepito grillo particular), arena, fes-fes, más grava. Camiones levantando nubes de polvo. ¡Una auténtica mierda! Gracias a los chinos que ya han asfaltado algunos tramos, si no la media sería más lenta.

Y ya estamos en Atyrau. Reviso tornillería, engrasamos cadena y buscamos atrezzo para cargar más gasolina. Uzbekistán, a donde llegaremos pasado mañana, es famoso por no tenerla. En esto nos ayuda Aidos, un contacto kazajo que nos facilitó Giampiero.

Atyrau. Hotel Sultán Palace. Me place lo de Palace.

1 Comments

  • Pedro
    Posted 24 de junio de 2023 at 21:51

    Jodeeerrr!!! Id con más cuidado aún

    Responder

Leave a Comment