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De Bernard a Ciaran. La N222

De Bernard a Ciaran. La N222

Los trenes de borrascas se encadenan sin descanso en este oeste de la península ibérica. Tiene ganas de llover y desde que se inició octubre la lluvia no cesa. El verdín crece en las carreteras de interior, lo helechos explotan en un carrusel de verdes, los neumáticos juegan al patinaje artístico sobre asfalto, y tú quieres llegar ileso a casa.

Pero tenemos una proyecto, una misión. 

Eusebio, siempre inquieto, ha organizado un viaje de prueba para su nueva moto. Aquella KTM tope guapa que usó en la ultima Semana Santa, no fue del agrado de las posaderas de su dueña. O cambia de moto o viaja siempre solo, Marisa Dixit. 

Y he aquí que se agencia una BMW RT modelo Guardia Civil, con posaderas caldeadas adecuadas a nalgas sensibles. Moto que debe probar, evidentemente. Y como él es de pruebas cortas pensó en probarla por la N222 portuguesa. Para hacerlo saldrá de Mallorca y nos encontraremos en un pueblo fronterizo a las puertas de la N222. La fecha escogida de encuentro es el lunes 30 de octubre.

Así que Eva y yo salimos hacia Ahigal de los Aceiteros, pero lo hacemos vía Asturias, que no es cuestión de llegar temprano. En Asturias gozaremos de un encuentro con lo mejor de esta patria hermana. Josin Castro, Fran Rojo, Juan Berguño y con ellos Lorenzo Colomo. Vamos a comer un pote asturiano en Cangas del Narcea. Lo del pote es solo la excusa, la razón es reunirnos todos de nuevo, que ya hacia tiempo que no había coincidencia de fechas y es acto gozoso, amigo Sancho, encontrar amigos en el camino…

Tuvimos suerte, pues justo terminaba la borrasca Bernard. Bernard llegó justo después de Babet e hizo acto de presencia el domingo, 22 de octubre. Se debilitó lo justo para salir el viernes 27. Tanto se debilita que la AEMET activa avisos rojos por viento y lluvias fuertes. Sí, ya lo sé, no es normal salir en moto con estas predicciones, pero normal es la posición de la secadora. No hay nada normal en nosotros.

Y ahí que vamos Eva y yo, con parada en Santiago, donde la familia se reúne para un acto intimo de despedida a un gran hombre que decidió esperar por su familia al otro lado del espejo. Allí llegamos, enfundados en trajes verde fosforito, para luego salir hacia Asturias a tiempo de iniciar una buena tertulia con Josin en una vinoteca, donde escoger algo que beber puede convertirte en el asno de Burinán si no tienes cuidado. Decidimos viajar por el mundo probando vinos. Grecia, Italia, Francia y, por supuesto, Portugal pasaron por la mesa para ayudarnos en el viaje.

Con el viento de cola llegamos el domingo a Cangas del Narcea y por fin…los amigos.

El pote asturiano? Bueno, era solo la excusa, no es un plato delicado precisamente.

Y ya toca salir hacia el sur, atravesando Leitariegos a 1º de temperatura, pero ahora sí estamos en un periodo ventana, entre borrasca y borrasca y tiro porque toca. Llegamos los primeros al punto de encuentro, Daniel y Eusebio vienen desde el este, nosotros desde el norte. Coincidimos con solo 20 minutos de diferencia. Vino, jamón y abrazos. Dani nos presenta a Lola, su pareja, qué no sabe la pobre donde se ha metido…

Desde Ahigal salimos hacia Espinho atravesando toda la N222.

 La N222 debe considerarse como una de las rutas mas hermosas que se pueden hacer en Portugal. La ruta recorre sinuosamente el curso del rio Duero. Un total de 226 kilómetros de paisaje impresionante entre viñedos y acompañados del río Duero. La región vinícola del Alto Duero está declarada Patrimonio de la Humanidad en la categoría de paisaje cultural y ese ya debería ser un argumento irrechazable para motivar este viaje. Patrimonio paisajístico de la humanidad!!!. Aquí al lado!.

La ruta lo tiene todo, trazado sinuoso, paisaje equilibrado y hermoso que este otoño agitado lo jalona de dorados y ocres. Los viñedos, escalonados sobre el Duero, procuran un paisaje domesticado por siglos de agricultura, pero intrínsecamente hermoso. Los pueblos portugueses mantienen esa belleza sin mácula, fruto de una cultura ancestral de respeto al patrimonio que mantiene sus pueblos y aldeas con un ornato muy alejado del feísmo moderno tan común en España. Sus casas señoriales se conservan en todo su esplendor, reconvertidas en bodegas u hoteles vintage, prestan su silueta al paisaje dignificando aún más el aspecto de esos viñedos aterrazados que escalan las colinas.

La ruta es hermosa, pero corta, fácil de hacer en una mañana. La tarde nos deja ya en Espinho, al sur de Oporto, o Porto que no sabe ya uno bien como llamarlo. Empieza a llover de nuevo, se acabo el paréntesis. Ciaran se acerca.

La mañana nos saca de la costa hacia el interior de nuevo, hacia el sur de Castelo Blanco, a los pies de la Serra da Estrela. En el municipio de Vila Velha de Rodaõ. En la parroquia de Perais. Lo de Perais no hace referencia a perales, que no los hay por aquí. Su origen surge de leyendas de pastores y contrabandistas. La parroquia, cercana al rio Tajo y a la frontera de España, era punto de encuentro de pastores trashumantes y contrabandistas. “Esperais aí” era la orden, o la instrucción que se daban unos y otros. Y de “esperais” a “Perais” el tránsito es sencillo.

 Ya se que tiene poco sentido este cambio de ruta que nos aleja de casa y nos acerca al momento, inevitable, del impacto de Ciaran, pero no es cuestión de dejar solo a Eusebio. El pobre tiene poca experiencia viajera en solitario y conduce (meu probe) una BMW guardiacivilera. Tenemos tiempo para cenar, con un jamón de cinco letras que llevamos, para evitar el presunto portugués. El nombre le viene perfecto, es un presunto jamón. Y con él jamón verdadero y un vino alentejano, el pater Eusebio bendijo la cena. Comed y bebed todos de el… y esas cosas. El restaurante entero calló con respeto cuando el pater se puso el alzacuellos, levantó el cáliz y en un perfecto latín, bendijo jamón y vino. «in nomine patris et filii et spiritus sancti, amen».

Y ya Ciaran no espera. Las aplicaciones de predicción de tiempo nos muestran dónde y cuándo soplara mas viento. Es el viento lo que nos preocupa, rachas de mas 120 km por hora se anuncian en paginas web y aplicaciones varias, todas coinciden. Pero observamos que los vientos serán mas fuertes, significativamente más fuertes, alejados de las costas. Es el efecto catabático que acelera los vientos al traspasar una cordillera y descender hacia la meseta. El mistral es un ejemplo de viento catabático. (Tenéis una explicación aquí).

El caso es que este efecto nos aconseja, en contra de la lógica inicial, la ruta más cercana a la costa. Y así con chubascos intensos pero intermitentes, ajustando la trazada de la moto a los vientos atravesados de la ruta, llegamos a casa sin novedad. Dani y Lola se vienen con nosotros, Eusebio va en busca de un ferri que lo acerque a casa.

Y así quedamos pendientes de un nuevo encuentro. Eusebio propone algo más adecuado en San Petersburgo. Está preparando una especie de Fefa para ir hasta allí. Veremos.

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